viernes, 2 de noviembre de 2007

El porqué del 11 de marzo

Comprender el islam político

Autor: Olivier Roy
Título:
El islam mundializado. Los musulmanes en la era de la globalización.
Editorial: Edicions Bellaterra, S.L.
Lugar: Barcelona
Año:
2003



Si nos sumergimos en la bibliografía de Olivier Roy podemos toparnos con obras como, L´Eche de l´islam politique o Genealogía del islam. Estamos, pues, ante un avezado autor dedicado a estudiar la vertiente política del islam.

Roy, que en todo momento escapa de tópicos y lugares comunes para exponer su tesis, parte de las siguientes premisas: la primera, el atraso político de los Estados con el islam como religión preponderante no se puede imputar al islam, sino a la cultura árabe; y la segunda, conviene disociar los conceptos cultura árabe y religión musulmana, por lo tanto, conviene refutar el término “árabo-musulmán” para referirse a Oriente. O bien ha de hablarse de mundo árabe, o bien de mundo musulmán, es absurdo, a su juicio, hablar de la identidad árabo-musulmana. Para ilustrar su aserto pone como ejemplo a Turquía, un país de firmes convicciones musulmanas, con una clara determinación de occidentalizarse, como prueban sus no siempre correspondidos esfuerzos para ser miembro de pleno derecho de la Unión Europea.

La inmigración es, ha sido y será un fenómeno congénito a cualquier período histórico. El hecho novedoso en nuestra época es que haya musulmanes que emigren a países no musulmanes. En torno a un tercio de los musulmanes viven en la actualidad en sociedades en las que la comunidad islámica es minoritaria. El autor focaliza su atención en Europa, afirmando que el islam del viejo continente puede tender tanto hacia posiciones liberales como hacia neofundamentalistas. El autor propone el eje |Neofundamentalismo comunitario – liberalismo humanista| para identificar los distintos enfoques islámicos que se ubicarían en posiciones intermedias a los polos.

Los grupos neofundamentalistas o próximos al extremo izquierdo del eje, tienen una visión del islam amenazado y, como norma general, no hacen proselitismo. Consecuentemente, adoptan una estrategia defensiva, ya que creen que la comunidad musulmana peligra. Por el contrario, pensadores como Tariq Ramadán que se sitúan en el extremo opuesto y no consideran que el islam esté en peligro de extinción e, incluso, afirman que los musulmanes son más libres de practicar su fe religiosa en occidente que en sus países de origen.

“La globalización ha posibilitado el nomadismo de una parte de las elites intelectuales islámicas, provocando una crisis de autoridad, que conduce a un fenómeno de autodidactismo”, asegura Roy. Es en este contexto donde los autores neofundamentalistas pervierten el tradicional concepto de yihad como acción colectiva, fard-al-kifaya, para convertirla en una obligación personal, esto es, fard-al-ayn. Las acciones individuales implican que quien las realiza se siente autorizado a dictaminar quién es islámico y quién es infiel. El indocto exégeta se arroga el derecho de decir qué es islam, sin que el acusado haya solicitado ninguna fatwa.

Esta individualización, especialmente acusada en Europa occidental, posibilita la creación de lo que Roy denomina la umma virtual. La sociedad virtual, que substituye a la real, a su juicio, “representa más una búsqueda identitaria que una voluntad de construir o de actuar.” La proliferación de las páginas web dedicadas al islam está directamente vinculada a la desterritorialización creciente de la población musulmana. En este espacio, los mensajes que se trasmiten con más eficacia son los más simples, de ahí que internet sea el medio idóneo para que los grupos salafistas incorporen adeptos a su causa. Estos grupos neofundamentalistas destacan por dos características: la primera, su escrituralismo teológico y, la segunda, su antioccidentalismo cultural. El punto de unión entre los neofundamentalistas y los liberales es que ambos declinan abandonar los países que ahora viven en minoría. En cambio, los salafistas, en la época en que las vocaciones religiosas en Europa se hallan en crisis, presentan al cristianismo como omnímodo y conquistador.

Los yihadistas conciben el mundo de una manera similar a como lo hace Samuel Huntington, pero desde la óptica diametralmente opuesta: Occidente agrede al islam, lo que imposibilita cualquier diálogo o acuerdo y nos lleva, indefectiblemente, a un choque de civilizaciones. La quintaesencia del mal occidental es encarnada por los EE.UU. El autor, cuyo libro está redactado en el año 2002, excluye a Europa como blanco de los delirios yihadistas. Lógicamente, esta aseveración ha sido invalidada por el devenir de los acontecimientos. El 11-M en Madrid, o el 7-J en Londres, fueron la réplica a la foto de las Azores cuyos protagonistas se autoproclamaron libertadores de Iraq.

Los obstinados medios de comunicación –la COPE y El Mundo-, dirigidos por el calamitoso e incompetente líder del Partido Popular, Mariano Rajoy (o viceversa, el incompetente y calamitoso líder del PP subyugado por Federico Jiménez Losantos y Pedro José Ramírez), que sembraron y siguen sembrando, contradiciendo cualquier raciocinio judicial, insidiosas sospechas sobre la autoría del atentado perpetrado el 11 de marzo de 2004 en Madrid, aseguran que los “moritos de Lavapiés” no pudieron preparar semejante masacre terrorista, sin ayuda externa -las patrañas han sido, y lamentablemente serán, variopintas: desde sectores de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad española, hasta los servicios secretos marroquíes, pasando por la ETA-, puesto que no pertenecen a la estructura Al-Qaeda y no responden al perfil del creyente musulmán.

Olivier Roy, cuando explica las características prototípicas del militante internacionalista, asegura que éste es transnacional, es decir, no habita en el país de nacimiento; ha vivido una juventud occidentalizada conociendo, por ejemplo, las drogas y el alcohol; se han vueltos todos born again musulmins como consecuencia de encuentros personales en una mezquita radical, pero no es la maduración de su creencia religiosa por lo que adoptan posturas extremistas, muchos de ellos se han radicalizado políticamente con anterioridad y, finalmente, han roto con su familia, ya que ésta se suele escandalizar cuando se enteran que su allegado ha participado en alguna actividad terrorista.

En el islam mundializado, el autor explica cómo surgió la red Al-Qaida, que dista mucho de ser una organización con una estructura altamente jerarquizada. El sumario que instruyó el juez Del Olmo y el juicio que se ha celebrado en la Casa de Campo sobre los atentados del 11 de marzo, acapararon la atención de la opinión pública internacional, puesto que es la primera vez que un atentado realizado por radicales islamistas es objeto de un exhaustivo y ejemplar proceso judicial. Durante estos años hemos conocido muchos detalles sobre los autores del atentado de Madrid (cómo eran, cómo vivían, cómo se organizaban, cuáles eran sus propósitos y cuáles sus ideas) que avalan la teoría que expone nuestro autor en el capítulo dedicado a la yihad. Patética, por no calificar de otra manera, ha sido la actuación estos años del Presidente del Partido Popular, que llegó a solicitar la anulación del juicio en base a una “información” de Pedro José Ramírez. Escribía ayer el filósofo Josep Ramoneda en El País “El PP perdió unas elecciones en buena parte por el 11-M, ¿volverá a perder otras?” Que así sea, añado.

Jorge Mateos Álvarez

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