lunes, 5 de noviembre de 2007

Crémer, 100 años de lucidez

Crémer contra los reaccionarios, Crémer con los más humildes

Extractamos parte de la interesante entrevista al longevo poeta leonés Victoriano Crémer publicada el pasado sábado en el Diario de León:

(...) -Usted afirma que hasta hace poco León era reacio a casi todo, ¿son los leoneses más abiertos ahora?

-Ahora sois peores. Antes eran así, porque el pueblo era un pueblo pobre. León ha sido siempre de cuatro ricos, muy ricos, y el resto éramos pobres. En mi casa es pobre el mayordomo, el jardinero, el chofer. Esos ricos eran sin embargo liberales, parece que tenían como norma de conducta el hacer el bien a los desvalidos, a los que necesitaban ayuda. No cabía esperar de León una gran potencia intelectual, era una ciudad analfabeta o medio analfabeta pero muy tutelada. Ahora es una sociedad analfabeta pero que sabe leer y escribir, que son los analfabetos peligrosos. Estamos pasando un momento verdaderamente culminante de lo que pudiéramos llamar movimiento cultural leonés. Es el descubrimiento del idioma de León: el llionés. ¡Pero bueno! ¿En qué país vivimos? O sea, que no sabemos hablar el castellano y aparece un 'gilipollas' diciendo que está inventándose el llionés, que es lo que queda del idioma que los pasiegos, los pastores pronunciaban en la montaña y lo que ha quedado es lo que podríamos llamar desvirtuación del castellano, que es el llionés. Pues eso es lo que nos están queriendo imponer.

-Usted ha aludido al escaso desarrollo del espíritu creador leonés

-Cuando a mí se me ocurre lo de Espadaña (revista que fundó en León en 1944 junto a Eugenio García de Nora y que se publicó hasta 1950) no había nada en León, primero porque muchísima gente había huido, otra gente había sido o deportada o fusilada o machacada. No quedábamos más que los supervivientes. Yo estaba en la cárcel; en la cárcel o en San Marcos, según, yo cambiaba por cambiar de aires e iba de un lado a otro. Por eso, cuando yo aparezco en la radio, con una sección que se titulaba 'Luces de la ciudad', empecé a decir bobadas y como lo decía con un aire un poco de imposición, de prepotencia, la gente hizo de mí una especie de ídolo y cuando llegaba la hora de hablar de Crémer, se paraban los trenes. ¡A callar, que va a hablar Crémer! No había televisión, estaba la censura y había un miedo pavoroso. El único que daba la cara era yo¿ y casi me la quitan.

-De ese Viejo Reino de León que usted dice que siempre ha estado marginado, ¿qué es hoy en día lo mejor?

-Ahora no es que esté marginado, es que no existe. Es un camelo, eso. Y el venir ahora como hay algunos empeñados es descubrir la época de la Edad Media... Dejen ustedes la Edad Media, a mí lo que me interesa es el hoy de cada día, el que hoy tengo hambre, que no tengo vivienda, que no tengo educación, eso, pero es hoy.

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